Al recordar diversas épocas de nuestra vida, nos es grato rescatar aquellos recuerdos acompañados de sentimientos entrañables por nuestros años colegiales. Épocas añoradas donde siendo adolescentes compartíamos grandes experiencias con nuestros queridos amigos. Muchas veces estas remembranzas nos llevan a preguntarnos ¿qué habrá sido de aquel compañero? Y empezamos a asociar varias facetas de cada uno de ellos, recordando a quienes eran catalogados como los más inteligentes de la clase. Entonces, los relacionamos inmediatamente quizá con aquellos jóvenes a quienes les resultaba muy sencillo esas materias como matemática, química, y física, mientras que para otros éstas se convertían en un dolor de cabeza.
¿Recuerda usted a aquellos deportistas destacados de su colegio que muchas veces eran preferidos por docentes, padres de familia y compañeros? como los que pasaban detrás de una pelota, tal vez por eso los creían menos inteligentes; quizá porque al momento de resolver un caso de factores no lo realizaban con la misma rapidez, precisión y facilidad para quienes las ciencias puras eran sus favoritas.
Ahora, para suerte de muchos, quienes quizá no fuimos la eminencia en las Matemáticas, pero nos deleitábamos con otras asignaturas, podemos darnos cuenta que también fuimos adolescentes muy inteligentes, gracias a los valiosos aportes que Howard Gardner hizo a la Psicología Contemporánea.
Gardner ha planteado una concepción de Inteligencia totalmente opuesta a la tradicional, donde este término servía para “etiquetar” a las personas que presentaban eficiencia en el desarrollo de programas escolares de la época. Es decir, Gardner nos da una forma diferente de concebir la inteligencia «si hemos de abarcar adecuadamente el ámbito de la cognición humana, es menester incluir un repertorio de aptitudes más universal y más amplio del que solemos considerar… [ ]…La inteligencia es concebida como una aptitud para solucionar problemas o diseñar productos que son valorados dentro de una o más culturas, poniendo además en tela de duda el empleo, objetivos y eficacia de los test tradicionales. » (Gardner 1983).
Este autor después de un estudio detallado sobre una amplia variedad de criterios (desde las clases de aptitudes encontradas en niños prodigio, ensavants, y en pacientes con lesiones cerebrales) que llamó análisis factorial subjetivo, obtuvo como resultado la existencia de siete inteligencias: lingüística, lógico – matemática, musical, espacial, cinestésica – corporal, intrapersonal e interpersonal, reconociendo así las diferencias individuales y relacionando de esta manera la influencia cultural para el desarrollo de las mismas.
Por esta razón Gardner hace una crítica severa a los tradicionales test de inteligencia, prediciendo que los mismos causarán desesperanza, convirtiéndose en innecesarios y terminando por desaparecer, ya que seguirán intentado evaluar un factor general “g”[1][1] de inteligencia. Más bien propone buscar instrumentos variados para la evaluación de las personas como seres con diferencias individuales, razón por la que da una mejor comprensión de cada tipo de inteligencia. Además, presta atención a líneas de pruebas ecológicas y etiológicas, al estudio del organismo inmerso en su ambiente natural y cultural; considerando que se necesita de una manera más diferenciada y sensible de evaluar a las personas. En lugar de los test tipificados, espera que se desarrollen situaciones o sociedades en las que las capacidades naturales y adquiridas de las personas puedan manifestarse, y así serán fácilmente discernibles mediante observaciones acertadas en el ambiente normal del individuo.
Estos aportes nos ayudan a reflexionar, que sin duda existe mucho trabajo de por medio para mejorar las intervenciones educativas. Enfocándonos como docentes a promover actividades variadas que beneficien cada inteligencia, estilo de pensamiento y aprendizaje de nuestros educandos.
Grato será que con el paso del tiempo, nuestros hijos y estudiantes asocien los diversos talentos de cada individuo en una u otra área con su distinta capacidad, generándose así mayor confianza y autoestima en las personas. Y formando una sociedad de ciudadanos que estén conscientes de su capacidad, que edifiquen metas y cumplan sus sueños gracias al apoyo de la gente que creyeron y valoraron sus capacidades desde sus primeros años de vida.